INFLUGIO CATALÁN

 

    

EL MURCIANO COMO RESULTADO DEL CONTACTO LINGÜÍSTICO MEDIEVAL CASTELLANO-CATALÁN

 

Jordi Colomina i Castanyer

 

La conquista cristiana en el siglo XIII de las tierras murcianas, entonces bajo dominio musulmán, iniciada por Jaime I de Aragón y culminada por Alfonso X de Castilla, supuso el establecimiento en aquel territorio de una importante masa de repobladores que hablaban diversas variedades románicas. A partir del análisis de los Libros de Repartimiento de Murcia, Orihuela y Lorca podemos imaginar cuál era la situación sociolingüística de la región murciana en la Baja Edad Media. Los porcentajes de los repobladores cristianos oscilarían para el grupo repoblador catalán desde un 40 o un 50% en Murcia, a un 25% en Orihuela y un 15% en Lorca; y para el grupo castellano desde un 55% en Lorca a un 20% en Murcia y Orihuela.

En la comarca de Orihuela, incorporada desde 1308 como gobernación del Reino de Valencia a la Corona catalano-aragonesa, el uso del catalán se mantendrá hasta los siglos XVII-XVIII (Montoya 1986, Abad 1994). En la Región de Murcia, la lengua catalana debió desaparecer hacia 1400 (Montoya 1986, Pocklington 1988), aunque en la comarca de Cartagena es posible que resistiera tal vez hasta 1500 (Grandal 1986).

Parece indiscutible que hay que considerar el actual murciano como fruto del contacto entre las lenguas catalana y castellana durante los siglos XIII-XIV. J. García Soriano (1932) ha sido quien mejor ha visto la importancia del elemento catalán: "casi la mitad del léxico peculiar de la región es de origen catalán". También José Muñoz Garrigós (1986) afirma acertadamente que "el murciano es el resultado de la hibridación que, como consecuencia de los avatares de la Reconquista, tuvo lugar entre el castellano y el catalán".

Colomina (1997) ha estudiado la influencia catalana en los textos murcianos de los siglos XIII-XVII. Los catalanismos son abundantes en la agricultura y la pesca, pero también en actividades urbanas como la construcción o la industria textil.

En el aspecto demográfico, conviene destacar el estudio de Rosselló Verger (1975) sobre los apellidos murcianos actuales de origen catalán, que serían un 20% en la ciudad de Murcia y un 25% en Yecla. Continuando esta línea investigadora, Colomina (1993), entre otros mecanismos de adaptación de estos apellidos de origen catalán al castellano, destaca las epéntesis vocálicas (Amate, Monserrate, Pujalte, Reverte, Puche, Reche, Rosique) y consonánticas (Espín, Barberán, Celdrán, Macián, Mirón), y la vocalización de semivocales finales (Andreo, Arnao, Grao, Guirao, Montolío, Palao).

Sobre la toponimia murciana de origen catalán disponemos del excelente trabajo de Pocklington (1988) basado en documentación de los siglos XIII-XV, y también Montoya (1995).

Una contribución reciente es el libro de Sempere (1995) sobre la extensión geográfica de cuarenta y siete catalanismos léxicos del murciano. Las conclusiones de dicho trabajo confirman, con datos recogidos sobre el terreno, la imagen que ya nos daban los diversos vocabularios de la región murciana: una enorme abundancia de elemento catalán en Orihuela, un mayor índice de catalanismos en la comarca de Cartagena, y una menor incidencia de éstos en las hablas del oeste murciano.

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